Rodrigo Manigot y el aire del mundo

Rodrigo Manigot y el aire del mundo

Rodrigo Manigot y el aire del mundo
Por: Leandro Papi


 

Estamos en Castelar, oeste del conurbano bonaerense. Camino por la peatonal frente a la estación en una tarde helada de junio e ingreso atravesando por una puerta doble hoja, que bien podría ser un portal a otra dimensión, al mítico Tarzán, o ¨La Tarzán¨ como se la conoce entre vecinos del barrio y los parroquianos.

Me encuentro con Rodrigo Manigot, cantante y compositor de “Ella es tan cargosa”. Rulo también publicó recientemente dos libros,  “Donde no van las melodías “(Ed. La Crujía 2020) y “El aire del mundo “(Ed. La Crujía 2022). Antes de la pandemia había editado su primer y único disco solista, “Las cosas que inventás”, producido por Mariano Otero, donde participaron Fito Páez cantando a dúo con Rodrigo en la maravillosa “Neblina”, el enorme Germán Wiedemer, y en los parches Sergio Verdinelli entre otros.

En su última obra, El aire del mundo, Rodrigo nos cuenta en primera persona su infancia y adolescencia, y nos lleva como un pasajero más en ese Fiat 128 que recorría el país, y donde ese niño apoyado la sien en la ventana en el asiento de atrás y mientras arrancaba y comía los pedacitos de cuerina del asiento, imaginaba y fantaseaba con lo que sería el mañana.

Pedimos café y soda para acompañar la charla y mirando alrededor, entre cuadros de Gardel, Fangio, y publicidades de ayer, le hago mi primera pregunta:

Sos nostálgico de ese mundo analógico, ¿estás cómodo en la forma en que hoy vivimos hoy?

RM: “Sí, estoy cómodo. Me faltarían un par de horas al día nada más. Soy nostálgico de haber tenido 25 años, de venir como venía a Tarzán a esa edad estando soltero, mirar por el ventanal un viernes, tomando cerveza negra y esperando a que alguna chica pasara. O leer a Onetti por primera vez. Esas cosas sí las extrañás. Eso lo vas a extrañar toda la vida. De eso sí soy nostálgico, pero no del mundo. Sí se extraña la, juventud, ese momento donde la vida a la intemperie tenía un gustito hermoso”.

 

De esa vida a la intemperie nos habla Rodrigo en El aire del mundo y los veranos en el Camping California de Villa Gessell. Relatos lisérgicos y sórdidos a la vez donde sentimos que desnuda su alma con la intención de sanar.

Tu reciente libro, con esos relatos hermosos y duros que denotan honestidad total. ¿Tuvo cuotas de ficción?

RM: “Hay una editorial que tiene una colección de relatos autobiográficos que se llama “Cerca de la verdad”, y es alucinante. Primero, porque “La verdad”, aunque quisieras reconstruirla, es imposible. Segundo, vos siempre estás metiendo ficción. Y tercero, no sé si podés contar toda la verdad, porque contar toda la verdad implicaría reventar el mundo, cagarte en todo del mundo, ser el tipo más punk. No sé si lo hizo Enrique Symms. Es muy difícil contar todo absolutamente todo, porque vos también vivís en sociedad, en familia. Y también hay muchas cosas que no tiene sentido contarlas. Sí tiene sentido asimilarlas para tu vida. Entenderlas y comprenderlas. No sé si tiene sentido meterlas en la ficción, es más, me parece que tiene mucho más sentido que esa información recontra pesada que vas encontrando funcione como el verdadero iceberg de lo que estás contando. Creo lo más importante es que tiene que funcionar generando esa violencia de lo no contado, de lo no dicho”.

 

¿A qué te referís con la violencia de lo no dicho?

RM: “Digo que hay cosas que tienen que funcionar elípticamente, hay que sugerirlas. Y esas cosas, incluso hasta cuando escribí “El aire del mundo”, fui descubriendo montón de cuestiones personales que me guardo, sino es lo mismo que convertirte en Unabomber. La otra vez leí a un escritor muy interesante que decía que hay que escribir ficción porque en la ficción uno se puede liberar, escribir cualquier cosa y no andar cuidándose tanto. El problema de los que escribimos autoficción, es que tenés que andar cuidándote de lo que vas a decir. No podés ser una bestia total”.

 

¿Sos de los que piensan que podés correr con los ojos vendados por un campo minado por la obra en sí?

RM: “Mucha gente cree que sí. Yo no. Al contrario, tuve una editora que me cuidó mucho. Es una elección personal. Creo que hay que contar hasta donde uno llega, hasta donde uno pueda. Me parece que la literatura autobiográfica tiene sí niveles de verdad que son inéditos, que tiene un nivel de pureza al que por ahí no estamos acostumbrados. Como lector, me parece que por eso también tiene la repercusión que tiene en los lectores. En este mundo donde vos prendés la tele, llena de series que se estiran con tantos plots y toda esa movida, que haya alguien contando cosas verdaderas y directas impacta muchísimo”.

Rulo saluda cálidamente a quienes lo reconocen y se acercan. Está apenas con una remera, aún tiene el pelo mojado y mientras se sienta me cuenta que estuvo entrenando, yo amago con pedir algo más espirituoso para acompañar la charla, pero elegantemente me dice que no, y le pregunto:

¿Como atravesaste la pandemia? Me da la impresión que no la padeciste tanto. Leí en algunas entrevistas que te ayudó en cierto punto a ordenarte un poco.

RM: “Decir que no padeciste la pandemia, es de un nivel de insensibilidad… Lo padecí, mucho”.

“Lloré mucho, por mi hija, que no podía ir al jardín. La destrucción del tejido social te desespera porque había un país que no podía salir a laburar, eso fue fatal, sumado a la destrucción de un país que pensábamos que se iba a levantar y fue un quilombo. Enseguida nos dimos cuentas de que no. Al principio parecía algo más manejable, se estiró y se fue de mambo”.

“Además, tenés una oposición muy fuerte muy organizada, un poder factico que si bien tiene sus quilombos es mucho más fuerte que en otras épocas y tiene una expresión partidaria también, entonces se hizo todo muy difícil”.

“Sacando lo político partidario que es un tema que me interesa, pero tampoco soy militante de nada, sí me parece que lo que pasó socialmente no da para que uno celebre nada”.

“Aunque es real que en lo personal venía con una política de salir menos, de cuidarme más, proponerme escribir más, hacer muchos cambios personales, entonces que te cierren el mundo, que te cierren los bares, que te cierren los asados, los cumpleaños con amigos, y toda esa pérdida de tiempo que venía teniendo y no sabía cómo controlar, indirectamente me ayudó, y que lo aproveché. Le di un sentido artístico a ese encierro. Pero realmente sufrí mucho en la sala de ensayo viendo lo mal que la estaban pasando mis compañeros. Sufrí mucho al ver que el estado no llegaba a muchos, a gente cercana, a gente de clase media, a músicos que se estaban recagando de hambre y no había manera de asistirlos. Aunque puedo decir que en lo personal me ordené”.

“Además, surgieron nuevos proyectos, los talleres de lectura y escritura, los talleres de música y composición de canciones, el programa de radio”.

“La radio me ayudó a salir de la tele, entré en pandemia me dio una mano muy grande, y me fui muy mal, quizás no era el lugar para mí”.

 

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¿Dónde estabas trabajando?

RM: “En canal 9, pero se fue armando una situación de maltrato generalizado, yo no venía del palo y todos me decían, esto es así, vos sos muy sensible, qué sé yo”.

¿Estabas guionando?

RM: “El guión no existe más. Entré a trabajar en producción. Entré muy contento y enganchado, porque yo le pongo el corazón a todo, pero nunca me terminé de acomodar y me fui desencantando cada vez más. Apareció la posibilidad de la radio, y aunque había diferencia de guita le aposté a los talleres y a la radio. Aunque ganes menos guita vas a ser más feliz haciendo cosas que te gustan”.

“Kamikaze me dio una posibilidad donde estoy cómodo y en crecimiento muy grande haciendo Librocks”.

“Con respecto a los talleres, los estoy dando menos porque el mundo presencial cambió la ecuación, hay muchas giras y recitales. También sigo presentando los libros. El programa de radio me exige mucho. Produzco, leo a los autores y  escucho y estudio a la gente de la música. Es un compromiso muy grande y termino exhausto. Pero estoy muy contento. Es lo que me gusta hacer, estoy en un momento muy productivo. En ese sentido es un lindo momento”.

¡Perdón por la pregunta trillada! ¿Te sentís exitoso?

RM: “Hago lo que me gusta, lo disfruto, y yo creo que eso es en un punto ser exitoso”.

“Respecto a la noción de éxito de Ella es tan Cargosa, siento que desde afuera de la banda se ve algo que no es. Pasamos momentos de inestabilidad, de pasar de la cancha de River a jugar en el potrero de la esquina. Además, hay un desgaste en la relación, de tantos años. Amo a mi banda, me hace muy feliz, pero por también por momentos hubo unos niveles de tensión que hizo que terminara abriendo otros espacios donde las cosas fueran más sencillas y placenteras. Vos me hablaste de la trilogía (los dos libros y el disco solista Las Cosas que inventás). Y, quizás tuvo que ver con eso de sacar la cabeza y respirar”.

 

En los últimos años escucho mucho hablar de “el oficio de la canción”, y como decíamos recién, es contradictorio con esa bohemia con la que fantaseamos los que la vemos desde afuera. ¿Cómo sobrellevan eso?

RM: “La Cargosa es una banda que funciona en muchos espacios a la vez. En unos funciona muy bien y en otros más o menos. La gente te escucha en la radio y te dice: - que bien que andan! Te ven girando… de afuera se ve así, pero de adentro estás trabajando todo el tiempo para achicar el margen de error. Y a veces existe una presión que te carcome: la presión de ser más de lo que sos. Eso es letal, porque a veces justamente te impide disfrutar de todas las cosas buenas que vas logrando. Y cuando no sentís que crecés más de lo que sos o de lo que debería crecer, se genera algo, que a la vez es filosófico, no sé si tiene solución, una demanda   de todo el tiempo estar creciendo y a la vez un inconformismo crónico”.

¿Qué pata floja tiene la mesa?

RM: “Cuando ponés un tipo en la puerta del boliche, vos fundás una PYME. Al principio cortás 23 tickets para tu familia, y vecinos, y luego cortás 145. Te das cuenta años después. Las bandas en general reaccionamos tarde, nosotros ni que hablar. Nos dimos cuenta tarde que había algo, y encontrar el funcionamiento como grupo humano, como grupo musical, como empresa, después de 20 años nos sigue costando”.

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Te leí una vez hablar de esto, y me divirtió mucho tu afirmación: “En un ambiente tan careta como el rock”

RM: “La gente te dice siempre que le va espectacular. Yo creo que estamos haciendo un muy buen 2022, aunque hay cosas para ajustar, y a veces cometemos errores que nos desgastan mucho. Pero estamos con mucho trabajo, la banda suena por todos lados y en cada lugar que pisamos, donde sea, nos vamos ovacionados. Tenemos también ganas de grabar pronto un disco nuevo. Pero bueno, tampoco me cabe decir ‘nos va espectacular’. Nos está yendo bien y estamos tratando de como te dije achicar el margen de error, de mejorar aspectos organizativos básicos. No alcanza solo con hacer lindas canciones”.

“Son 22 años, no sé cómo seguimos juntos, hubo tormentas que no sé cómo atravesamos. Pero acá estamos, y lo notamos en cada concierto”.

¿Qué viene por delante?

RM:“Venimos de La Paz Entre Ríos, de romperla para 15 mil personas. Vamos a Neuquén, Bariloche, Federación (otra vez Entre Ríos) y el 20 de agosto presentamos disco en La Trastienda, que pinta para sold out. Después estamos proyectando grabar el disco nuevo a fin de año, veremos”.

Hace unos días escuché a Andrés Calamaro algo muy interesante. Contaba que cuando terminó de grabar, “Para no olvidar” automáticamente supo que era una hermosa canción. ¿Con cuál te pasó eso?

RM: “No podría decir una, ¡hay cincuenta que me vuelven loco!”.

¿Te escuchas?

RM: ¡Siempre! “Me encanta lo que grabamos, lo que produjo Germán (Wiedemer, director musical de Andrés Calamaro), me gustan los discos, me gustan los dos primeros, pero me gustó cuando entró Martín Pomares, que como técnico se notó mucho el salto de calidad”.

“Me gusta mucho lo que hacemos, artísticamente no tengo nada que decir, creo que la gran presión de la banda es cómo hacer para crecer y que las ganas y la desesperación por tocar no te lleven a retroceder diez pasos y terminar aceptando condiciones de trabajo que en verdad son imposiciones”.

“¿Cómo administrás eso? Un día jugas acá, un día jugas allá y que eso no te lastime porque también es aceptar eso. Hoy tocas en Tarzán y mañana en el Quilmes Rock, y lo importante es que tocás en el Quilmes tocas para mil quinientas o dos mil personas y explota. Estamos en ese debate”. ¡En la carpa que tocamos nosotros, nos fue mejor que a nadie!

 

Una última pregunta, con la que busco cerrar esta serie de entrevistas a músicos. Somos ya muchachos grandes, y ha pasado mucha agua debajo de este puente, “troubled water” dirían Simon & Garfunkel”.

¿Qué te gustaría llevarte cuando te vayas?

RM: “Primero: espero que falte mucho para ese momento. Segundo: desde las primeras canciones que empecé a escribir allá en los 90, con los Corazones Solitarios, supe que con tu cuerpo vas diseñando otro cuerpo, el que va a quedar: tu obra. Lo supe ya de chico, y ahora, pasando los 50, ni te cuento que pienso en el tema varias veces al día”.

 

 

Publicado el: 2022-07-23